Ante la sospecha de cualquier enfermedad nos encontramos con una doble dimensión, la física y la psicológica o emocional. Tanto el desconocimiento como el exceso de información pueden provocar en el paciente diferentes grados de ansiedad que en la mayoría de los casos desparecen con el diagnóstico dando lugar a otro tipo de emociones o sentimientos en función de la gravedad del diagnóstico.
La endometriosis es una enfermedad que, debido a la normalización de sus síntomas, suele tardar a diagnosticarse unos 5y 10 años. Además, sus manifestaciones físicas suelen comenzar con el inicio de la etapa fértil de la mujer, es decir en la adolescencia y no desaparecen hasta la finalización de esta etapa: la menopausia. La Endometriosis tiene diferentes niveles de gravedad, por lo que las vivencias emocionales de una mujer con endometriosis van a depender de su cuadro sintomático, de los dolores que sufra y del tiempo que se tarde en diagnosticarse la enfermedad.
En general, una mujer con endometriosis convive con el dolor y aunque este no sea incapacitante, puede llegar a ser desesperante y preocupante generando situaciones de estrés psicológico especialmente si no existe un diagnóstico de la enfermedad.
Una vez la Endometriosis ha sido diagnosticada el impacto emocional va a depender mucho del grado de la enfermedad, de la fase en la que se encuentre y de las circunstancias en las que se halle la mujer. La verbalización y la afrontación del problema no será igual en una paciente que los dolores le impiden ir al instituto y que ha de justificar su absentismo entre compañeros también adolescentes, que el de una mujer a la que la enfermedad le está complicando la búsqueda de hijos. No existen situaciones peores que otras a nivel psicológico ya que cada paciente vive su realidad y su situación de estrés según sus circunstancias.
Los cambios de humor
Uno de los aspectos más desconocidos de la Endometriosis son los cambios de humor provocados por los desajustes hormonales. Las hormonas están directamente relacionadas con el estado anímico y estos desequilibrios hormonales derivados de la endometriosis pueden provocar ansiedad, irritabilidad, hipersensibilidad, etc., situaciones que muchas veces se han calificado como estados característicos del síndrome premenstrual.
Este desconocimiento social afecta mucho a la paciente ya que por un lado la afectada se siente desconcertada con ella misma ante los altibajos que sufre provocando una sensación de pérdida de control sobre su propio estado anímico y que la abocan a la tristeza y desesperación. Además, la sociedad ha alimentado ciertas creencias negativas hacía estas situaciones que ha hecho que muchas mujeres hayan tratado de ocultar y controlar estos síntomas empeorando la angustia y el sentimiento de soledad e incomprensión.
Por ello, una vez más, se hace necesario campañas de educación social sobre la endometriosis vista en su globalidad que pongan sobre el tapete la realidad física de una enfermedad que afecta a un 10-15% de las mujeres en edad reproductiva pero que además contemple y visualice la dimensión emocional de las pacientes que la sufren.