Nuestra historia comienza por junio de 2014 cuando, tras un tiempo buscando el embarazo de manera natural y que no llegara, decidimos hacer una consulta con ginecología donde tras pedirme una serie de analíticas y ecografía, nos derivaron directamente a la unidad de reproducción de nuestro hospital de referencia. Tras una nueva revisión, y después de una vida entera quejándome por dolores de regla a los que nunca habían dado importancia, salí de allí con un diagnóstico de endometriosis que nos derivó directamente a una Fecundación in Vitro.

No ahondaré mucho en esos cinco años, con sus parones necesarios de por medio, pero empezamos en nuestro hospital público donde realizamos dos ciclos de FIV con el resultado de tres transferencias, dos embarazos (uno en la semana seis y otro en la semana diez) y un negativo. Tras estas decepciones, decidimos ir a la privada y buscar otras opciones y algo más ‘a medida’ recurriendo a una clínica local de nuestra provincia. Hicimos un primer intento con un ciclo malísimo, donde se consiguieron pocos embriones, pero pudimos hacer la transferencia y como siempre salí embarazada… pero no evolucionó. Por recomendación de esta clínica, nos dijeron que mis óvulos eran de malísima calidad, y tras pensarlo aceptamos ir a Ovodonación. Hicimos un ciclo con donante el cual dio para dos transferencias, donde en ambas, nuevamente el resultado fue un positivo en beta, pero ambos embarazos no evolucionaron. En ese punto, y tras comprobar que el problema no era tanto de mis óvulos porque el resultado había sido el mismo con los de una donante, decidimos volver a la pública. Teníamos aceptado un tercer ciclo, con mis óvulos. El resultado de ese ciclo volvió a ser infinitamente mejor que el de la clínica privada, aunque una vez más, terminamos ese ciclo con beta positiva que no evolucionó favorablemente. Y luego llegó un cuarto ciclo, con el mismo resultado de siempre.

En total sumábamos seis ciclos con el resultado de diez transfers, seis embarazos no evolutivos y cuatro negativos. Estábamos muy cansados y, sobre todo, con muchas ilusiones, tiempo y dinero invertidos.

Durante todo ese tiempo yo seguí investigando clínicas, incluso visitándolas para ver qué diagnóstico y qué opciones nos ofrecían, aunque la hoja de ruta que nos daban en otras clínicas era la que ya habíamos repetido en seis ocasiones, nos sentíamos como en un túnel sin salida. También buscamos ayuda en la inmunología ya que padezco de diversas enfermedades autoinmunes (celiaquía, hashimoto y endometriosis), y en el último ciclo de la seguridad social ya incluyeron una pauta del inmunólogo, pero tampoco funcionó.

En 2019 tras la última transferencia en la seguridad social, nos dijeron que ellos no podían ayudarnos más, que no disponían de los medios necesarios, fue entonces cuando buscando clínicas especialistas en endometriosis y reproducción de alta complejidad di con Equipo Juana Crespo y pedí una cita aprovechando que teníamos que viajar a Valencia.

Lo comenté con mi marido y él me dijo que sería más de lo mismo, sin embargo, tras nuestra primera visita con Juana salimos de allí ilusionados, ya que por primera vez en años nos habían contado y explicado algo totalmente diferente a lo anterior.

Nos tomamos unas semanas para pensarlo, ya que psicológicamente estábamos muy hundidos, económicamente era un gran esfuerzo, y laboralmente era complicado por los viajes que debíamos de hacer, pero decidimos apostar por ellos, y darnos esta última oportunidad. ¡Y vaya buena decisión que tomamos! Ni en el mejor de nuestros sueños hubiésemos imaginado el final.

Nuestra primera visita fue en mayo 2019, hicimos dos ciclos para, según nosotros, asegurarnos el embarazo, según Juana para tener para el hermanito. Dejamos claro desde el principio que haríamos esas punciones y nunca más iba a volver a medicarme, con estas ya eran ocho las veces que me estimulaba y necesitábamos cerrar un ciclo. Me operaron en octubre de una histeroscopia quirúrgica y una laparoscopia (gracias Dr. Norman) y en noviembre y tras el ok de nuestra querida Dra. Sara Fortuño, y con una sola transferencia, super mágica por cierto y realizada por Juana, y en compañía de mi marido (siempre había estado solo acompañada por equipo médico, nunca habían dejado pasar a mi marido), me pusieron dos embriones…y ¡sí, estaba embarazada! No os engañaré, mi beta fue muy baja, como lo era siempre y de hecho no me hice ilusiones ya que pensé que volvería a pasar lo de siempre, pero esta vez no fue así, y, a pesar de que los miedos nos acompañaron durante todo el embarazo, en Julio 2020 y tras un parto corto y buenísimo nació nuestra maravillosa hija.

Les visitamos en diciembre de ese mismo año y les presentamos a nuestra pequeña, y aprovechamos para que Juana me revisara y dejara las pautas marcadas para cuando quisiéramos ir a por el/la hermanito/a y salimos de allí con una nueva hoja de ruta (ya que no queríamos dejar pasar demasiado con nuestro historial).

Pero los planes no siempre son los que uno tiene y/o quiere, y en medio de toda esa gran felicidad abrumadora, y cuando nuestra pequeña solo tenía nueve meses nos llegó una de las peores noticias… yo tenía un bultito en el pecho previo a los embarazos que me seguía anualmente, se trataba de un fibroadenoma.

Este había cambiado al tacto durante el embarazo, pero me dijeron que podía ser normal por todas las hormonas. Una vez di a luz insistí en que me veía el bulto diferente, pero como estaba con lactancia materna me volvieron a decir que esperara a que se regularizara todo. Finalmente, y tras mucha insistencia, me fui a mi médico de cabecera que me derivó a patología de mama y llegó el diagnóstico, yo tenía cáncer, cáncer de mama. Nuestro mundo se detuvo hasta que le pusieron nombres y apellidos al tumor. Nos tocó parar muchas cosas entre las que estaba Equipo Juana Crespo. Tuvimos ‘suerte’ y lo pillamos en un estadio muy temprano, el tratamiento fue realizar una tumorectomía, ganglio centinela (que salió negativo) y 20 sesiones de radioterapia al tener menos de 40 años y revisiones anuales. El cáncer no era hormonal, por lo que no debía de llevar medicación. 

Así que una vez pasado el huracán, llegaron nuevamente las ganas de ser papás y darle un hermano a nuestra hija y con ello llegaron las preguntas a mi ginecólogo y oncóloga… ¿puedo quedar nuevamente embarazada? ¿Supondría poner mi salud en riesgo? Al principio ninguno sabía qué responderme, pero tras analizar mi caso la respuesta fue unánime, no hay nada que te contraindique un embarazo, lo que sí me recomendaron era evitar al máximo la medicación. 

Llamamos a Equipo Juana Crespo y les contamos lo que nos habían dicho nuestros médicos y nos propusieron una nueva hoja de ruta, totalmente diferente a la inicial ya que así lo requería esta nueva situación, supieron adaptarse de nuevo a mis circunstancias, y eso me tranquilizó. En noviembre de 2022 me vio Sara para revisar si me hacía falta una nueva histeroscopia quirúrgica, la cual no hizo falta, con la diagnóstica fue suficiente para eliminar unos restos chocolatosos que no le gustaron. Por lo que, en diciembre de 2022, comenzamos una nueva preparación, pero esta vez en ciclo natural para evitar mediación, la cual culminó con una transferencia nuevamente realizada por Juana y esta vez acompañada por mi hermana y un positivo antes de que finalizara el año. El comienzo de 2023 no fue bueno ya que tuve una hemorragia bastante grande pero que con reposo desapareció, y que en revisiones posteriores se confirmó que procedía de un gran hematoma que por suerte no ponía en riesgo el embrión. Este hematoma nos acompañó hasta pasada la semana 12, pero por suerte el resto del embarazo evolucionó genial y, a finales de agosto nació en un parto exprés nuestra segunda hija, con la cual pude volver a establecer lactancia materna exclusiva (y que, a día de hoy, con casi 14 meses mantenemos) y con ello cerramos nuestro ciclo con este gran equipo al que estaremos siempre agradecidos.

Con este testimonio me gustaría dar esperanza a todas aquellas mujeres y parejas que se encuentren en la misma situación que yo, y que les llegue el mensaje de que se puede ser madre y dar lactancia, tras superar un cáncer de mama.